Me paro a pensar y no me viene a la cabeza ningún otro novio con la serenidad y el júbilo de Javier. Cuando empezamos el reportaje en su domicilio, me llamo la atención que Javier estaba disfrutando de todos los momentos del preparativo como si fuera un invitado más; con la tranquilidad esa que tiene uno cuando no va con él la cosa.
A Helena la note más nerviosa, sobre todo hasta que acabó la ceremonia, donde afloraron muchos sentimientos familiares. Sin embargo, su sencillez y sonrisa contagiosa consiguieron muchos momentos de naturalidad absoluta, de esa que me gusta captar a mí en mis fotos.
A la hora del banquete, que se celebró en la finca familiar con una minuciosa y detallada organización, mi asombro fue absoluto. Todo estaba organizado con un gusto exquisito. Las mesas estaban decoradas con diferentes personajes de videojuegos, y como gran aficionado, ese detalle me volvió loco. Pero la cosa no acababa ahí; uno de los aperitivos del cóctel era la recreación del pintxo favorito de Javier y Helena; sí sí, ese que en su sesión de preboda degustamos tras acabar el trabajo y que estaba buenísimo. Me pareció uno de esos detalles que marcan la diferencia.
La boda acabó con una gran fiesta y un divertido chapuzón en la piscina.
Fotografos: Víctor Magallón y Maite Adell
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